“The passion of lovers
is for death”
(Bauhaus)
I.
Soy de los que cree que un
cigarro a medias nos une más que cualquier abrazo nervioso que cualquier cúpula
a tientas que cualquier oscura coreografía
de bocas Porque hay en esos tres minutos de vicio compartido más amor del bueno
que en todo ese revoltijo de babas repugnantes.
(El cuerpo siempre está demás.
Siempre está demás. Nos cuelga inmundo como escroto inútil)
II.
Nos miro amantes y me gustaría
ser un otro para observarnos asqueado en la seducción carnívora de nuestro espectro; arrojarnos chatarra desde mi palpable
languidez recogiendo los tímpanos caídos
por la cruda risa de nuestro beso.
(Corpóreos indelebles escrotales lastimosos amantes todos
nosotros)
III.
El amor no es más que malévola complicidad de pasillos descuajada Por
eso amo el amor de los infieles de los nonatos y deseosos el de los púberes y
maricones. Todo el que ama debería escupir en el útero de su madre
avergonzado por la triste carne que besa Saberse incompletos vástagos del
génesis que solo lloran ante nombres ante vidas ante orificios es cosa de la
más pútrida repugnancia.
Por eso todo amor debiese ser a
contraluz tras butacas parchadas o en malezas húmedas cuando son las siete de
la tarde y la gente sale de clases evitando a los amantes de ojos troncados que ruegan por cama donde
habitarse.
A esos
Hay que escupirlos antes del orgasmo.
IV.
Nosotros en cambio
Fuimos los amantes trágicos Nos detuvimos
para destruirnos hasta la epilepsia hasta asquearnos de nuestra propia espuma y
desgarrar la sarna de nuestras manos Aprendimos a amarnos con dolor y desprecio
y a fornicar sin mirarnos porque ahí es donde yacen los suicidas y los que
mueren sin nombre.
V.
No me digas malas palabras
Pero ¿no son acaso todas las palabras malas de
por sí? Por el simple hecho de decirlas ya me saben a peste vacío máscara
endeble.
Pero tú como todas no sabes que
la verdad reside en el silencio que cada palabra es confusa ridícula y triste;
la mujer precisa del grito la palabra espásmica e hirviente de vida por eso no
ama en silencios
porque cada orgasmo es preludio al nefasto parto.
El hombre en
cambio ama silencio y en frío porque en cada orgasmo halla un aviso de
muerte
y en cada
esperma expulsado un tibio ensayo a un suicidio inminente.
Yo te amé sin decir una palabra
porque a tu lado me sabía un recién
parido de ojos aun cegados.
Yo te amé pero te amé sin nombre alguno.
VI.
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